Las III Jornadas Nacionales y II Regionales sobre Altas Capacidades Intelectuales: Educación y Familia, que tendrán lugar en Málaga del 25 al 27 de octubre, nacen de la iniciativa de la Asociación Malagueña para el Apoyo a las Altas Capacidades Intelectuales (ASA Málaga) y la Asociación de Altas Capacidades Marbella y San Pedro (ACM).
Para mi todo un placer compartir durante tres días escenario con profesionales de la educación, de la psicología, estudiantes y familias tendrán la oportunidad de debatir, aprender e intercambiar conocimientos en un encuentro que reúne a las máximas figuras nacionales en el ámbito de las Altas Capacidades, tales como Javier Tourón, Carmen Pomar, Luz Pérez…
Por qué un cambio metodológico basado en el cerebro
Desde que puedo alcanzar a recordar me apasiona enseñar. Supongo que puedo decir que soy una enamorada de mi trabajo y, que, el estar en permanente contacto con mis alumnos, me “motiva” a seguir aprendiendo y enseñando. Sin embargo a lo largo de mi carrera docente he ido asistiendo a un declive constante en la educación, que a día de hoy lamentablemente los estudios comparativos internacionales constatan.
De hecho en España uno de cada tres estudiantes de 15 años (31 %) está repitiendo por primera o segunda vez alguno de los cursos de ESO» y la situación es especialmente alarmante en Extremadura, Canarias y Andalucía. Pero nuestros mejores alumnos tampoco salen bien parados. En España tenemos un 5% de alumnos con alto rendimiento, mientras que los países que se sitúan a la cabeza tienen entre el 25% y el 14% de sus alumnos en los niveles más altos. Es decir, entre 2 y 3 veces más que en nuestras mejores comunidades.
Esa doble realidad que vivimos cada día en nuestras aulas, especialmente de secundaria, con un alto porcentaje de repetidores por un lado, y una tremenda perdida de talento por otro, es la que me lleva cada día a intentar buscar una solución precisamente ahí donde están los mayores problemas y es que la sociedad ha cambiado y los alumnos tienen ahora nuevas necesidades que hacen que ser profesor ahora sea muy diferente.
Para solucionarlo una oleada de nuevas modas irrumpen en nuestras aulas con la intención de sacar a nuestros estudiantes de ese fracaso escolar y de la desmotivación. Y qué duda cabe de que esas nuevas herramientas nos van a ayudar tanto a enseñar como a aprender. Pero de lo no que cabe ninguna duda es de que en educación, al igual que en el resto de la disciplinas, debemos basarnos en la sólida evidencia científica y en la comprobación empírica del resultado de la técnica o moda que estemos usando.
Educación basada en la evidencia científica y
en la comprobación empírica
Y es que la educación debe ir de la mano de la ciencia y al igual que el resto de disciplinas nutrirse de sus aportaciones. Porque la ciencia avanza y sus descubrimientos irrumpen en nuestras vidas. Pero ¿pasa igual en educación? Lamentablemente no.
Sin embargo, una ciencia, en concreto, la Neurociencia, nos ayuda en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Porque de la misma manera que damos por hecho que el cardiólogo conoce las herramientas, las técnicas y por supuesto el órgano (corazón ), el maestro también debe conocer, además de las técnicas y las herramientas, el órgano que usamos para aprender: el cerebro.
La solución parece simple, y muchos están de acuerdo en que deberíamos incorporar el conocimiento de la neurociencia, a una pedagogía y didáctica que nos permita aprender con todo nuestro potencial a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo, y además, hacerlo desde la experiencia directa en clase. Sin embargo, a pesar de que la ciencia puede ayudarnos, la Neuroeducación no puede basarse solo en la teoría, porque desde la investigación científica hasta la realidad del aula, de primaria o de secundaria, hay un gran trecho.
Precisamente esa necesidad de tender un puente de unión entre ciencia y docencia es la que me hace plantearme la necesidad de una NEUROEDUCACION DE PROFESORES que nos ayude a aplicar este conocimiento de forma práctica en el aula inclusiva, y hacerlo además, dentro de las materias del currículo. Porque si conocer el funcionamiento del cerebro es necesario, infusionarlo en una metodología global dentro del currículo es imprescindible
Sin embargo esa conexión entre las aportaciones de la ciencia y su aplicación práctica en el aula no puede hacerse sin que el profesor del siglo XXI cambie su rol de profesor a MAESTRO (de cabecera).
Este maestro de cabecera, debería ser una de la piezas claves de la sociedad, con una sólida formación, no sólo en su campo del saber, sino con unos conocimientos básicos en neurociencia, para que, al igual que el médico de cabecera, podamos detectar y derivar al especialista los casos más complejos, tratar y colaborar con aquel, en aquellos casos ya evaluados o más simples.
Sin embargo, no se trata de transformarnos en neurocientíficos, sino de proporcionarnos, de manera clara y efectiva, los fundamentos del funcionamiento cerebral y conocer cómo éste se relaciona con el aprendizaje desde la perspectiva de su aplicación real en el aula, porque el acercamiento entre ambos campos debe basarse en la práctica real.
Para conseguirlo, se plantea el cambio en la metodología del profesor como una de las bases de la transformación de la escuela, estableciendo un puente de conexión entre la Neurociencia y las habilidades que hay que desarrollar en el ámbito educativo.
PORQUE NO PODEMOS PERMITIRNOS LA PÉRDIDA DE TALENTO, dar un sentido real al aula inclusiva implica adaptarnos a la diversidad, y por supuesto, a las altas capacidades, ya que el que cada uno aprenda a su propio ritmo no sólo beneficia a los más capaces, sino que tiene un impacto positivo global en todos y cada uno.
De la misma manera que tampoco podemos olvidar que educar es una labor conjunta en la que padres y profesores hemos de colaborar. Eso sí, con corazón y cerebro, y la neurociencia nos da claves para hacerlo en ambos casos.
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