El último informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), Panorama de la Educación 2017, en el que compara los sistemas educativos del club de los 35 países industrializados y varios asociados destaca la tímida apuesta de España por la formación profesional.
Los alumnos de ciclos formativos son el 12% frente al 26% de media.
Solo el 12% de los alumnos españoles están matriculados en FP, cuando la media de la OCDE es del 26%. Menos del 1% la reciben mediante el modelo dual, que combina formación teórica en el aula, con el trabajo en empresas.
Y no solo es que durante décadas fuera vista como la peor salida educativa posible, es que todavía sigue sin arrancar. De hecho, España tiene una de las peores tasas de escolarización en Formación Profesional de todos los países industrializados.
Además, la percepción de los estudios de Formación Profesional (FP) en España tampoco ayuda mucho a la situación y no alcanza el aprobado. Lo que choca con el potencial real que tiene para el estudiante.
Se obtiene una puntuación de 4,82 sobre 10, según una encuesta de la Fundación Atresmedia y la Fundación Mapfre. Esta nota es muy inferior a la que reciben otras etapas formativas como el Bachillerato (7,61) y la Universidad (8,32). Los encuestados califican con un 5,24 la «valoración social» de las profesiones para las que capacita la FP.
Formación Profesional dual
Alemania, Austria, Dinamarca o Suiza encabezan un modelo, el de la Formación Profesional dual en la que estudio y trabajo en empresas se combinan. La FP dual se comenzó a implantar en España en 2011 y solo llega al 0,4% de los alumnos de FP, frente al 17% de media de la OCDE, señala este informe que analiza cifras de 2015. De todas maneras aclara, que la proporción en España “sería más elevada si considerásemos el 20% como el umbral de tiempo dedicado al trabajo, en lugar del 25%” que es la proporción empleada en el análisis internacional.
El Ministerio de Educación apuesta por la dual. «La FP dual es una de las claves de los próximos años” y se muestra optimista con respecto a la la evolución que sigue este tipo de formación en el país, que se califica de «verdaderamente buena». «No hay más que mirar las cifras: el número de alumnos matriculados en ciclos de FP ha pasado de 454.053 en el curso 2005-2006 a los 767.528 del curso 2015-2016, un 69,04 por ciento más», defienden.
No obstante todavía nos queda mucho por mejorar si nos comparamos con países como Alemania, Suiza o Estados Unidos en los que laFormación Profesional es sinónimo de orgullo. «En Alemania es frecuente ir a un centro de hostelería y ves fotos de todos los graduados de FP que se convirtieron en grandes chefs”.
A España le hace falta prestigiar el modelo, y tener referentes, como se tienen en la Universidad», adaptar modelos conocidos y testados, que gozan de buena salud y prestigio en la gran mayoría de países de nuestro entorno, con tasas de paro juvenil mucho más bajas que las de España.
Para conseguirlo la formación profesional debe adaptarse a los cambios que demanda la sociedad.
Porque la Formación Profesional debe capacitar a sus alumnos en el desarrollo de las competencias necesarias en el mundo laboral y en la sociedad de la comunicación son especialmente importantes las competencias socioemocionales, que permitan una adaptación continua a las cambiantes circunstancias de los mercados laborales y de la sociedad en general.
De hecho, en la actualidad, cada vez son más valoradas las competencias socioemocionales en el mercado laboral, y, expertos gestión en recursos humanos y muchos autores, aseguran que este tipo de competencias contribuyen a aumentar la empleabilidad de los individuos.
Sin embargo, desde las instituciones educativas, no se fomenta la adquisición de estas competencias, promoviendo las competencias duras sobre las blandas, es decir, los conocimientos técnicos específicos. El mercado laboral actual, está valorando de manera clara, aquellas personas que presentan competencias sociales y emocionales. Esto es porque aseguran al futuro trabajador capacidades de trabajo en equipo, de resiliencia, liderazgo, resolución de conflictos interpersonales o de tolerancia al estrés.
¿Y cómo se obtienen estas capacidades? Con entrenamiento adecuado y práctica, que son las maneras a través de las cuales, finalmente se proporcionará la experiencia necesaria para afrontar estas situaciones en el entorno laboral.
Por esta razón, defendemos que el desarrollo de estas nuevas competencias que demanda el mercado laboral y la sociedad del siglo XXI. Bajo nuestro punto de vista, han de ser incluidas en el currículo como parte importante de su formación.
Una nueva Formación Profesional moderna, útil y más competitiva, debe adaptarse a las nuevas demandas de la sociedad. Además, debe tener en cuenta la formación en competencias socioemocionales como pilar para que los futuros profesionales puedan desarrollar un trabajo más eficaz adaptado a las nuevas necesidades de las empresas.
Fernández, B. (2018). Competencias laborales y de empleabilidad en la educación vocacional. Calidad en la Educación, (27).
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Daniel says
La formación profesional debería asignarse a través de estudios psicológicos de orientación sobre los alumnos … Deberían demostrar vocación de los mismos.
Los organismos institucionales tendrían que dedicar mayor tiempo en llevar q cabo las leyes que intentan desarrollar las actividades locales propias del territorio.